Decidí tener un parto sin anestesia y es lo mejor que me ha pasado

Por: Pamela Gremion Ortíz 

Nunca olvidaré ese 19 de mayo cuando nos enteramos que seríamos papás por primera vez. A partir de ese momento empezó toda la magia, mi vida cambió por completo, descubrí una sensibilidad en mí que ni sabia que existía…. sin duda, la mejor noticia que podríamos haber recibido: Emilio tan planeado y esperado venía en camino.

Desde ese día mi esposo y yo empezamos a planear su bienvenida; es por eso que me metí a investigar cuáles eran los mejores cursos de parto humanizado para estar realmente preparados y vivir esta experiencia de la mejor manera posible. Yo ya estaba consciente de que cada vez se respetaba menos el parto humanizado y cuando empecé a investigar me di cuenta que las mujeres crecimos y vivimos llenas de miedos alrededor del embarazo y del parto. Si estuviéramos bien informadas podríamos darnos cuenta que es ¡todo lo contrario!

Hablé con mi esposo para decirle que había escogido el mejor curso para poder entender todo en relación a nuestro bebé: “Hypnobirthing”. Sólo me acuerdo de la cara de Jorge cuando en nuestra primera clase nos pusieron un video de una señora teniendo a su bebé sin anestesia… ni en el peor susto se hubiera puesto tan blanco, jajajaja. Juré que iba a correr y yo, obvio, me hice la cool/relajada (a pesar de que sí me saqué mucho de onda también). Esto lo cuento porque claramente los dos estábamos aterrados, pues era algo desconocido y esto siempre nos causa incertidumbre y miedo. Al paso del curso me empecé a dar cuenta (por muchos motivos) lo convencida que estaba de quererle dar la oportunidad a Emilio de nacer de esta manera, de darlo todo para lograrlo, siempre y cuando médicamente no hubiera ningún impedimento.

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Al terminar el curso seguí con mi lineamiento Hypnobirthing: platicaba con mi bebé, tomaba conciencia de mis respiraciones, leía mis aciertos, oía mis meditaciones, etc. Y bueno, el tiempo de conocer a nuestro hijo se fue acercando… Podría decir que los nervios no fueron lo mío, sin contar que Emilio por poco nace antes, pero eso es cosa del pasado. Estuve dos meses internada en el hospital, frenando las contracciones y sin duda tuve miedo. Sin embargo, en ningún momento dejé de confiar en Dios, en mi cuerpo y en Emilio, y no dejé de hacer mis ejercicios de Hypnobirthing pues yo sabía que si mi bebé me lo permitía, y ponía de su parte, íbamos a lograr el parto que siempre habíamos soñado.

Tuve la gran ventaja de que mi esposo y mi doctor son lo máximo y siempre me apoyaron, a pesar de que tuve muchos obstáculos en el camino y gente interviniendo con mi manera de querer llevar mi parto. Pero no hice caso y sólo escuché a mi cuerpo.

Llegó el día. La emoción y la calma fueron mis mejores aliadas, me urgía conocer a mi bebé y tenía la seguridad y confianza que todo iba a salir como lo habíamos planeado y, si no, también iba a salir increíble.

Junto a mi esposo, experto acompañante de trabajo de parto, mi doctor favorito y una gran doula, fuimos creando memorias que nunca se borrarán de mi corazón. Haber logrado traer al mundo a Emilio sin anestesia fue increíble, pues entendí que es un proceso natural, cien por ciento controlado con la mente y la respiración. Yo quería estar absolutamente consciente en todo momento, sentir todas las partes de mi cuerpo y cómo Emilio iba poniendo de su parte para bajar. Y sí, así fue: el mejor trabajo en equipo; surfeando las olas (contracciones) y llegar a ver el mejor regalo de Dios y de la vida, acompañado de ilusión, energía, amor y confianza. “¡¡Lo hicimos, eso es!!!!”, me dijo mi Doctor al mismo tiempo que me pasó a mi bebé a los brazos. En ese momento sentí el amor y agradecimiento más grandes que jamás hubiera imaginado. Juntos los tres, el día del nacimiento de Emilio ha sido la experiencia más increíble que hemos tenido en el mundo. Lo soñé y la realidad superó mi sueño. 🌟💘🌟

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